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La religión en la filosofía

Kant y la existencia de Dios

Kant y la existencia de Dios

Dios

Entidad trascendente y causa del mundo. No se puede conocer su exis­tencia, pero sí  postularla a partir de la reflexión relativa al mundo moral.

         Kant sistematizó y resumió los argumentos tradicionales para la demostración de la existencia de Dios en los tres siguientes:

  •  argumento físico-teológico: parte de la observación de la existencia de finalidad en el mundo y concluye en la afirmación de Dios como causa de dicha finalidad;

  •  argumento cosmológico: parte de la existencia contingente de las cosas y concluye en la afirmación de Dios como causa necesaria de la existencia de todo lo real;

  •  argumento ontológico: afirma la existencia de Dios partiendo de la idea de Dios como el ser perfectísimo.

         En la “Crítica de la Razón Pura” criticó estos argumentos mostrando que eran falaces, que escondían errores que los hacían inaceptables. Sin embargo no negó la existencia de Dios, simplemente supuso que no era posible su conocimiento científico aunque sí un tipo de “conocimiento” denominado “fe racional”.

Los postulados de la razón práctica son proposiciones que no pueden ser demostradas desde la razón teórica pero que han de ser admitidas si se quiere entender el "factum moral".

         Kant dice que de ellos no cabe conocimiento pero sí un peculiar modo de asen­timiento o creencia que denomina  fe racional. Los postulados de la razón práctica son la existencia de la libertad, la inmortalidad del alma, y la existencia de Dios.

Fe Racional

Creencia o fe en la realización del Sumo o Supremo Bien como consecuencia de que sólo dicha realización hace posible la razón práctica.

         Kant defendió respecto de lo metafísico las dos tesis siguientes:

  •  no es posible el conocimiento objetivo o científico de la inmortalidad del alma y de la existencia de Dios;

  • pero es necesario postular ambas cuestiones para que tenga sentido la experiencia moral.

         Dado que parecen dos tesis opuestas, Kant tuvo que explicar que la segunda –el acceso a lo metafísico mediante el mundo moral– no supone propiamente un conocimiento: en sentido estricto los postulados de la razón práctica no se pueden demostrar, aunque es preciso creer en ellos, y dan lugar únicamente a fe racional: fe porque de ellos sólo podemos tener un convencimiento subjetivo (no una prueba científica), pero racional porque no vienen dados por exigencias de la revelación (como ocurre en el caso de lo que habitualmente llamamos fe) sino de la propia razón.

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